La construcción de la marca país: Eurovisión como escaparate global
Parecía impensable que Europa se pusiera de acuerdo tras las guerras mundiales. Eso es lo que la gente suele decir cuando hablan de la Unión Europea. El mayor periodo de "paz" que hemos vivido. Pero en realidad, lo que nos unió a todos los europeos antes de los acuerdos comerciales y políticos, fue la música. Fue Eurovisión.
El Festival de Eurovisión es la perfecta manifestación del poder suave en acción, donde la música, la cultura y la diplomacia se combinan para crear un espectáculo global que trasciende las barreras políticas y geográficas. Y es que lo que comenzó como un intento en la postguerra para acercar a las diferentes naciones europeas, se ha convertido en algo más: Meses de competiciones nacionales que culminan en dos semifinales y una gran final que reúne a una audiencia global de 160 millones de personas de 34 mercados en todo el mundo. Hoy, en 2023, con una nueva guerra en Europa, el espíritu de unidad de Eurovisión sigue más vivo que nunca.
Y es que Eurovisión representa lo mejor de nuestro continente. Desde el punto de vista cultural, no solo hablamos del despliegue de creatividad en todos los ámbitos (música, baile, producción, iluminación, vestuario…), sino de la celebración de la libertad y la singularidad que representan cada uno de los países, que celebran todo lo que les une y admiran sus diferencias.
Pero también desde el punto de vista económico, Eurovisión es el mejor escaparate para hablar de lo que representa cada país y construir un imaginario colectivo de lo que cada nación ha sido, es y quiere llegar a ser. En otras palabras, de construir nuestra marca país. De ahí, la importancia de llevar propuestas bien construidas en todos los aspectos antes mencionados.
Quizá este sea un trabajo más a largo plazo, pero hay otro que tiene un resultado más inmediato: ganar. Tradicionalmente, el ganador de Eurovisión se convierte automáticamente en el organizador y anfitrión del evento al año siguiente. Y esto reporta grandes beneficios económicos tanto directos (venta de entradas, patrocinios, gastos de los eurofans) como indirectos (publicidad, turismo) en la ciudad anfitriona, además de potenciar la cultura del país organizador.
Sin embargo, este año Eurovisión tiene una particularidad especial. El ganador del año pasado, Ucrania, no ha podido ser el anfitrión este año debido a la situación actual del país, por lo que el Reino Unido se ofreció a organizar el evento en nombre de los ganadores. Este sábado, la ciudad de Liverpool se convertirá en el escenario de Ucrania, un acto de unidad que refleja el espíritu de Eurovisión. Y es que, la sensación de unidad siempre ha sido el corazón del festival.
Cada año, la identidad Festival de la Canción de Eurovisión es diferente, con nuevos motivos visuales. Este encargo, que suele estar liderado por los servicios de radiotelevisión públicos de cada país, suele ser un reto en sí mismo. Es necesario expresar la identidad única del ganador del año anterior y también el espíritu de Eurovisión interpretado de manera universal para que las 37 naciones participantes se sientan incluidas. Este año, se añadían otras circunstancias atípicas: representar a Reino Unido como anfitrión sustituto y reflejar la asociación única entre Reino Unido y Ucrania.
La idea sobre la que se basa toda la identidad, desarrollada por Design Bridge and Partners y el estudio ucraniano Starlight Creative, parte de un análisis científico que mostraba que cuando diferentes individuos escuchaban música en vivo juntos, se sincronizaban sus latidos del corazón. Este insight inspiró la piedra angular de toda la identidad: United By Music ("Unidos por la música") que expresa la idea de la colaboración mientras evoca a la esencia de Eurovisión para unir a todos a través del poder de la música.
160 millones de corazones latiendo como uno solo. Una idea perfecta para darle un nuevo significado al icónico símbolo del corazón de Eurovisión, que ya aparece en el logotipo actual del festival. No en vano, la expresión visual para Eurovision 2023 es una onda sonora, un electrocardiograma de muchos corazones que laten juntos como uno solo.
El diseño visualiza un concepto universal, tan culturalmente relevante y accesible en el Reino Unido y en Ucrania, como en el resto del mundo, de manera sencilla y clara. Y no sólo eso, el estilo gráfico, inspirado en los grandes eventos musicales, promueve la credibilidad musical, evitando un territorio excesivamente cursi o incluso “friki”.
Desde la paleta de colores, una interpretación vibrante y festiva de los colores de la bandera de Ucrania y el Reino Unido; hasta la tipografía "Penny Lane", inspirada en los letreros de Liverpool; todos los detalles de diseño reflejan a Ucrania y al Reino Unido, con guiños a la ciudad anfitriona de Liverpool.
Lo que está claro es que, si hace algunos años, Eurovisión parecía que era un fantasma del pasado, solo mantenido en vida por los eurofans acérrimos, es hoy uno de los pilares de construcción de la identidad europea. Un evento más vivo que nunca. Solo hay que ver que cuando las entradas salieron a la venta el 7 de marzo, la Gran Final se agotó en 36 minutos, y las más de 54.000 entradas de los nueve espectáculos en directo se agotaron en 90 minutos.
Ahora solo nos queda esperar, y ver si repetimos ese 12 de Macedonia del Norte con el que empezó la locura del “chanelazo” del año pasado, y si al año que viene nos vemos en Benidorm. Hasta entonces, ¡Pichones formación!
Publicado en: MarketingNews. Más información: madrid@designbridge.com